15 de Septiembre. Festividad de Ntra. Señora de los Dolores 2015
Como viene siendo tradicional, en el dia de hoy hemos celebrado la Festividad de Ntra. Señora de los Dolores.
Con ello, la Iglesia celebra la unidad de la Virgen en los dolores de su Hijo. Con ello, se da cumplimiento a la profecía del anciano Simeón dicha tras el " nunc dimittis ": " Y a ti misma una espada te atravesará el alma ". ( Lc 2,35 ). Allí, junto a la Cruz, estaba la primera Iglesia, representada por María, Juan y algunas mujeres. ¿ Donde estaban los hombres ? En ese mismo lugar, el Señor la nombró Madre de todos nosotros al decirle: " Mujer, ahí tienes a tu hijo ". Por eso sabemos que, además de nuestra madre aquí en la tierra, también tenemos otra a la que podemos y debemos acudir para que interceda por nosotros. Nuestros mayores deseos de que siempre la Virgen ocupe un primer lugar en nuestro corazón.
La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía; cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.
¡Oh cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
Y, ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? ¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor! hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo; porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas! Llore yo con ansias tantas que el llanto dulce me sea; porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio; porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén; porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.