top of page

Libro "Iglesias y Ermitas de Bornos", de Manolo Barra Página 66-67

Si las comparamos con las de la Hermandad de Jesús Nazareno advertimos notables variaciones. La primordial es que sus finalidades eran distintas. Aunque las reglas de la Hermandad de Jesús son más modernas también están llenas de preceptos cultuales que presuponen mucha piedad y devoción. Ambas serían impracticables en los tiempos actuales.

​

El 10 de febrero de 1882 la Hermandad de Jesús redactó unas reglas, que son las únicas que conocemos de la misma, que fueron aprobadas por Fray Joaquín Lluch y Garriga, Arzobispo de Sevilla, en ese mismo año, sin que sepamos la fecha exacta, -por rotura del papel- sino tan solo que lo fueron en un día 22… de 1882.

​

Constan de 17 capítulos, divididos en diversos artículos. Si los examináramos uno por uno llegaríamos a la conclusión que hoy en día no se cumplen la mayoría de ellos y que si se quisiera obligar a su cumplimiento la Hermandad desaparecería, por falta del sentimiento religioso actual. No vamos a hacerlo así, sino simplemente vamos a recordar algunas de las obligaciones de culto que tenia esta Hermandad y sus miembros.

​

Aparte de la procesión y del septenario, -que a veces se ha reducido a triduo-, los hermanos debían “rezar la Corona y ejercicios piadosos todas las noches, al toque de oraciones, concluyendo éstos con rogar a Dios por la exaltación de la Santa Fe Católica, por el Sumo Pontífice y por la prosperidad de esta Monarquía. Estos rezos los dirigía diariamente el capellán de la Hermandad, quien celebraba “una misa cantada y con órgano todos los viernes del año”. Se debían hacer, “por circunstancias especiales, como rogativas, acciones de gracia, los [cultos] que ceden en honor de la Santísima Virgen y los sufragios por los hermanos difuntos”. Debían “asistir al hermano que vaya a recibir el viático con doce cirios o faroles que llevarán otros tantos hermanos… Si el hermano enfermo fuese de los que componen la Junta de Gobierno concurrirán a la sacramentación veinte y cuatro hermanos con cirios y faroles… y los que hubiesen obtenidos cargos en la hermandad, en otro tiempo, tendrán para este acto diez y ocho luces”. Aunque no en su integridad aun llegamos a conocer la práctica de esta constitución, pero hoy día se ha perdido lo poco que quedaba.

​

En caso de fallecimiento se enviarían “cuatro blandones, con luces correspondientes, junto al cadáver, hasta que sea conducido al enterramiento”

​

Tanto las cofradías parroquiales como las que residían en las ermitas bornenses tenían bienes propios, gracias a la devoción de algunos vecinos. Entre todas era la de las Benditas Ánimas del Purgatorio la que recibió más donaciones.

​

Por la Nota, que antes citamos, sabemos que la Cofradía del Santísimo Sacramento poseía 11 censos, que rentaban 246 reales, y 3 casas, que ganaban anualmente, por sus alquileres, 240 reales, lo que supone unos ingresos de 966 reales.

​

La de Jesús Nazareno tenía 4 casas y 1 mata de olivar. Las casas estaban, 2 en la calle Granada -360 y 300 reales de alquiler-, 1 en la calle Laurencia -200 reales- y la última, que fue la primera que tuvo, pues era la que dejó el fundador de la cofradía, Toribio García, en su testamento de 21 de febrero de 1670, en la calle de los Sotos -240 reales-. La mata de olivar ganaba 40 reales. En total, 1.140 reales.

bottom of page